La rehabilitación de viviendas apareció en Europa a partir de los años 60, sobre todo en los centros históricos de las ciudades. Se trata de una actividad que aporta muchos beneficios, como por ejemplo la posibilidad de incorporar tecnologías avanzadas, reducir el impacto medioambiental o la dependencia energética del exterior, entre otros. En la rehabilitación de un edificio no todo se reduce a un trabajo estético para destacar la belleza exterior, sino que entran en juego muchos otros aspectos como el refuerzo de las estructuras existentes, de las instalaciones y la introducción de mejoras relacionadas con aspectos como la accesibilidad. Otro de los aspectos que cada vez se están valorando más al inicio de una rehabilitación es la posibilidad de hacer el edificio más sostenible. La utilización de nuevas energías renovables, la apuesta por instalaciones más eficientes o la mejora del aislamiento térmico pueden ser una buena solución para que toda una comunidad ahorre en la factura de la electricidad. Otros aspectos como el aislamiento acústico también contribuyen a mejorar el confort de los usuarios.
Como todos estos procesos son costosos, el estado pone a disposición de los particulares una subvención a la que podrán acogerse aquellas viviendas que cumplan los requisitos estipulados y que previamente hayan realizado una inspección técnica del edificio.
Hoy en día, con poca obra nueva disponible, es muy habitual apostar por rehabilitar viviendas e incluso edificios enteros. A parte de lo que puede apreciarse estéticamente, la rehabilitación aporta un valor tangible a los edificios, les da prestigio, los revaloriza y los hace mucho más atractivos a ojos del inquilino. La rehabilitación puede destinarse a diferentes fines, pero la más rentable hoy en día va vinculada a convertir edificios en viviendas habitables o en oficinas, destinadas exclusivamente al alquiler.
Esta es precisamente la estrategia de Quonia, que en vez de comprar, derribar y construir de nuevo, apuesta por proteger y valorar el esfuerzo del inversor conservando el patrimonio y añadiéndole valor a través de la rehabilitación a los activos que ellos gestionan. El valor que se le añade se traduce en un aumento del precio del alquiler, que puede incluso llegar a doblar el que hubiera obtenido anteriormente, y, por lo tanto, en la posibilidad de entrar en un mercado más competitivo y llegar a rentas más altas.